Una hoja en blanco es, a la vez, lo más frustrante y lo más atractivo que existe para alguien en busca de su expresión y desahogo. Siempre tratamos de rellenarlo con ideas alocadas, maravillosas, sentimientos y pensamientos profundos.
Pero hay veces en que nos plantamos delante del papel con el boli en la mano, o en mi caso delante del teclado, e intentamos empezar a escribir lo que nos ronda por la cabeza, lo que nos excita, lo que nos asquea, lo que nos alegra, lo que nos duele, lo que sentimos, etc. y nos quedamos mudos. Sabemos lo que queremos contar pero nos faltan las palabras para hacerlo y todo se convierte en algo inútil.
Una hoja en blanco es una novela, un guión, una historia, muchas historias, muchos personajes, es un inicio, es un final… es un todo. ¡Puto papel en blanco!
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