ETA ha anunciado el cese definitivo de su actividad armada. Prácticamente 35 años de asesinatos sin querer escuchar la voz de los ciudadanos que han pedido una y otra vez su desaparición y que termina con una auténtica pesadilla sufrida especialmente por la sociedad vasca. Es evidente que si el gran vencedor de esta ansiada paz es el País Vasco, la única derrotada es ETA. Deja tras de sí a 829 muertos y cerca de 700 activistas presos. Tanto es así que su anuncio pese a la alegría que ha producido en la sociedad vasca y en la española, era una noticia esperada, dado que en los últimos años salvo comunicados que demostraban su extrema debilidad apenas ha tenido protagonismo en la vida ciudadana. En una palabra, ETA había dejado de importarle a la gente.
Poco más merece la noticia del final de ETA. Pero, sin embargo, sí bastantes preguntas. Se abre un periodo clave de cara al futuro donde la Política debería ocupar el espacio principal. Pensar que aquí se ha acabado todo es algo bastante simple. Una sociedad que ha sufrido cuatro décadas de violencia necesita tiempo para cerrar heridas.
Queda mucho por hacer para que todos podamos vivir pasando página y olvidando la pesadilla terrorista, algo que no va a ser nada sencillo. Pero lo más importante que tenía que ocurrir, ha ocurrido: ETA ha dejado de matar. Ahora todo es posible en una sociedad libre y en paz, dependemos sólo de la buena voluntad de todos. Cualquier decisión democrática que tomen a partir de ahora los vascos ya no tiene en el terrorismo un obstáculo que frene su propia voluntad. El País Vasco será a partir de ahora lo vasca, española o francesa que quieran sus ciudadanos. Ha llegado el momento de hacer política y, por tanto, de que todo el mundo pueda ejercer sus derechos políticos sin exclusiones de ningún tipo. En esta nueva etapa no tienen sentido las ilegalizaciones, y el pueblo vasco debe tener libertad para escoger las opciones que crea convenientes. Pero todo eso será mañana, hoy solo nos queda decir: Adios a ETA ¡por fin!
abuuuur
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