sábado, 29 de octubre de 2011

Historias suizas

Hace ya casi dos meses que Anita se fue de regreso a su casa en Suiza. La verdad es que lo pasamos bien, quizá se nos hizo un poco largo porque no sabíamos cuantos días se iba a quedar por aquí, finalmente fueron 8 días, pero sinceramente nos echamos unas risas. Esto de hablar en Frenglish durante tantos días fue todo una hazaña. Bueno, pues esta entrada viene a raíz de que nos contó varias historietas perpetradas por su hermano. Y sí, digo “perpetradas” y enseguida entenderéis porqué. Aquí van, resumidas, solamente dos.


Ahí va la primera historieta. De todos es sabido que Suiza está llena de vacas. Pero no os equivoquéis, la tele nos lleva engañando durante mucho tiempo. Cuando yo estuve allí, hace mas de un año, lo primero que hice fue buscar la famosa vaca de Milka pastando por los verdes valles montañosos de Suiza. Pues nada, no hubo forma ¡qué desilusión! Bueno, a lo que vamos… Resulta que el susodicho debía tener vacas a porrillo, porque la verdad viendo la casa, los dos audis, los campos, los tractores, las dos cosechadoras allí guardadas, etc… no debía andar mal de CHF (Francos Suizos). El caso es que una noche que volvía a casa había una obra en la carretera en donde habían colocado varias balizas luminosas de esas que parpadean con una luz amarilla. No se le ocurrió mejor idea que bajarse del coche y llevarse varias. Lo mejor de todo es que llegó a casa, ya tarde-noche, cogió las balizas y se las colocó a unas vacas en vez de los cencerros, y las dejó sueltas de nuevo. Las vacas andaban y correteaban, sorprendidas por la luz extraña que emanaba de sus cuellos, y la gente de lejos, extrañada, veía unas luces que parpadeaban y se movían por el monte. 


Segunda historieta. Resulta que un día cualquiera él se encontraba en Zürich en la estación de tren. Estaba en el andén esperando la hora para tomar el Cercanías y volver a su casa. Un tren estaba parado en ese andén y se disponía a salir en breve. Anunciaron su salida por megafonía y, a los dos minutos se puso en marcha muy lento muy lento. En ese momento un desconocido bajaba las escaleras mecánicas a toda velocidad al grito de: ”¡Por favor, pasooo!” (en alemán-suizo, claro está). Cuando llegó a la altura del hermano de Anita, el cual se encontraba a un metro del andén y del tren que ya salía todavía muy lento, el individuo se dispuso a saltar del andén donde se encontraba al vagón que tenía justo delante a escasos 50 centímetros y no perder su tren (al parecer, debía ser un trayecto bastante largo). En el preciso momento en que empezó a dar ese salto, éste le agarro con una mano de donde pudo y le cortó el salto, impidiéndole subirse, con lo que perdió el tren que cogiendo velocidad desapareció a lo lejos.


Yo me pregunto: ¿Por qué hay semejante cabronazo suelto por el mundo? Al menos está en Suiza, algo es algo… Porque agarrarle a un tío para no dejarle subir a su tren que se le escapa, por el hecho de joderle un poco, pues vaya qué gracia le habría hecho al tío ¿no? Y anda que colgarle al cuello a unas vacas unas balizas luminosas por la noche… Parecerían luces de navidad parpadeando por el monte desde la lejanía… Si es que este suizo no tiene idea buena, pero bueno, viendo lo brutitos que son allá algunos, lo puedo entender… Eso sí ¡qué carcajadas nos echamos cuando Anita nos las contaba!


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