miércoles, 3 de agosto de 2011

Viaje a Turquía. Cuaderno de viaje, 2ª Parte

Estambul y ruta por la costa turca del mar Egeo.
Del 8 al 18 de Julio 2011 a nuestro aire. Cuaderno de viaje.

Merhaba! ¡Hola de nuevo! Después de una primera toma de contacto con este gran país, en el que he contado mis pasos por Estambul, aquí viene la 2ª parte. La costa del Egeo en Turquía está plagada de antiguas e importantes ciudades griegas y romanas, además de modernas ciudades turísticas con encanto, calas perdidas, montes que se hunden en el mar, pequeños pueblos en nuestro camino, formaciones extrañas… Es decir, un sinfín de cosas que hacer y lugares que visitar y que admirar. Vale la pena. ¿Os apetece viajar conmigo? ¿Estáis interesados? Comencemos entonces la segunda y última parte de mi cuaderno de viaje.


2ª PARTE: LA COSTA TURCA DEL MAR EGEO

Día 6. Después de haber realizado las últimas compras en el Gran Bazar de Estambul por la mañana, nos trasladamos al Aeropuerto Atatürk a primera hora de la tarde para coger el vuelo doméstico a Denizli. Llega puntual a esta ciudad, lo malo que el aeropuerto está a casi 60 km. de distancia. El señor de Europcar aparece en la Terminal con un cartel con mi nombre, nos enseña el coche, me hace firmar un papel y después de discutir un momento, cogemos el coche, programamos el Tom Tom que hemos llevado y nos ponemos en marcha camino de Pamukkale, a 20 km. al norte de Denizli. Como nos han dejado el depósito en la reserva, buscamos como desesperados una gasolinera imaginando que quizá no haya demasiadas en Turquía… ¡Qué ingenuos! Turquía está plagada de estaciones de servicio, así que pudimos relajarnos después de haber repostado. Carretera buena hasta Pamukkale. Después de haber dado alguna que otra vuelta buscando nuestro hotel, al fin lo encontramos. Hotel familiar con mucho encanto y, la familia que lo lleva muy amable. Dejamos las maletas y ya de noche, nos acercamos hasta la montaña blanca, iluminada con focos de varios colores. Es impresionante lo que divisamos a pesar de la oscuridad. Aunque se puede entrar y hacer la visita, ya que está abierto las 24 h. del día, decidimos dejarla para mañana a primera hora. Justo encima de la montaña se encuentra la antigua ciudad de Hierápolis, que también visitaremos mañana.



Día 7. Desayunamos tranquilamente y salimos hacia Pamukkale y Hierápolis. PAMUKKALE, "Castillo de algodón" en turco, es una zona natural y al mismo tiempo una famosa atracción turística. La montaña tiene 2.700 m. de longitud y 160 m. de altura. Las fuentes termales producidas por los movimientos tectónicos que tuvieron lugar en la depresión de la falla de la cuenca del río Menderes son las que, con su alto contenido en minerales, creta en particular, crearon Pamukkale. El agua contiene grandes cantidades de bicarbonatos y calcio que producen la precipitación de bicarbonato de calcio. Cada segundo brotan de estas fuentes 250 l. de agua, dando lugar a la precipitación de 2,2 g. de creta por cada litro de agua o 0,55 kg. de creta por segundo.


Con el paso del tiempo algunas fuentes se secaron debido a los terremotos, mientras que otras nuevas surgieron en los alrededores. Este fenómeno natural produce gruesas capas blancas de piedra caliza y travertino que bajan en forma de cascadas por la ladera de la montaña, lo que da la sensación de estar ante una catarata congelada. Estas formaciones también adquieren el aspecto de terrazas de travertino en forma de medialuna, contienen una capa de agua poco profunda dispuestas en el tercio superior de la ladera formando escalones que oscilan de 1 a 6 metros de altura, y estalactitas que sostienen y unen estas terrazas. Pamukkale está declarado, junto a Hierápolis, Patrimonio de la Humanidad desde 1988.


Ver el Castillo de Algodón por la mañana cuando llegas bajo los rayos del sol es sorprendente, la luz reflejada en los travertinos blancos da una visión casi imposible. Para entrar, hay que descalzarse. Llévate el bañador y podrás bañarte en las “piscinas” acondicionadas para ello, aunque no cubre mas que hasta las rodillas, no os hagais ilusiones. Sube por la rampa recubierta ya de creta hasta arriba de la montaña y disfruta. El Castillo de Algodón es de lo que más me ha gustado y asombrado de Turquía.


Con la entrada de Pamukkale está incluída también la de Hierápolis. HIERÁPOLIS era conocida como la Ciudad Santa debido al gran número de templos y santuarios de la época cristiana temprana establecidos en su territorio. Como se localiza en un punto en el que convergen varias regiones, se convirtió en un centro de intercambio, además de balneario.


En sus inicios fue una ciudad helenística que fue reconstruida tras un temblor en el año 17 después de Cristo y que gradualmente se romanizó perdiendo sus características originales. La ciudad fue una importante ciudad bizantina especialmente después de la muerte y martirio de San Felipe el Apóstol y sus siete hijos en el año 80 después de Cristo. Cuando se erigió una iglesia octogonal en su honor, se elevó a la ciudad a una categoría eclesiástica.


Hierápolis disfrutó del favor de tres visitas personales de emperadores, lo que incrementó su adoración. La presencia de una floreciente comunidad judía ayudó al arraigo de la cristiandad en una época temprana. En el lado norte de la ciudad hay cientos de tumbas de varias formas y tamaños que constituyen la necrópolis más grande de Asia Menor y que datan del período helenístico al bizantino.


El teatro es de los mejores conservados de toda Turquía. En este momento estaban restaurando el escenario. A la entrada de Hierápolis veréis la “zona comercial” de las ruinas: restaurantes, máquinas vending, tiendas de recuerdos y una piscina con muchos pedazos de antiguas columnas en el interior llena de gente disfrutando de un relajante baño termal.


Merece la pena quedarse un buen par de horas en esta ciudad disfrutando de lo que veis, intentando imaginar cómo era  antes, en los tiempos en los que estaba en su máximo esplendor. Os recomiendo que inicies la visita entrando por Pamukkale, subir la montaña blanca a pié, visitar las ruinas de Hierápolis y, después bajar de nuevo por la montaña blanca. Vuestros piés se quedarán como nuevos, ni piedra pómez ni nada. Los autobuses comienzan la visita en lo alto, en la parte más alta de Hierápolis, dado que es allá donde se encuentran los aparcamientos grandes, pero nosotros dejamos el coche aparcado en la parte de abajo de la montaña, a 50 m. de la entrada, y no tuvimos ningún problema.


Dejando Pamukkale atrás nos dirigimos a AFRODISÍAS, a unos 90 km. al sur, al otro lado de Denizli. Afrodisias, aunque tiene ruinas greco-romanas tan grandes e importantes como Éfeso, por su situación geográfica, recibe muchos menos visitantes. El área de la cuidad antigua está muy bien cuidada. Al entrar, se llega a una plaza muy bonita, en donde se encuentran los servicios, una cafetería y el museo que contiene las estatuas y algunos objetos que fueron hallados en las excavaciones.


Es recomendable visitar primero las ruinas y después el museo. La visita de las ruinas se puede empezar por la izquierda o derecha ya que se hace en un círculo. En nuestro caso y según decía la guía encuadernada que llevábamos, la realizamos por la derecha. Lo primero que nos encontramos en medio de una gran pradera de césped verde y bien cuidado es una esplendida puerta monumental, el Tetrapilón, una puerta doble, cada una con 4 columnas a cada lado que la sostienen. Es uno de los monumentos más originales y bonitos de Turquía. Y la verdad es que impresiona por su tamaño.


Continuamos caminando y bajo un sol de justicia llegamos hasta la obra más destacada de la ciudad. Es el estadio, uno de los mayores y mejores preservados en la cuenca mediterránea que albergaba unos 30.000 espectadores. Jamás había visto un estadio, y menos en este estado de conservación tan bueno, con casi todos los asientos en su lugar y algunos de ellos con los nombres de sus dueños.


Seguimos la visita y dejando atrás a un grupo de arqueólogos trabajando en unos muros en la zona de las casas, llegamos al Templo de Afrodita, de ahí el nombre de la ciudad, del que sólo quedan algunas columnas muy altas, pero nos dejan ver claramente su tamaño y su altura. A un lado del templo está el Odeón, perfectamente conservado, el Ágora, que no está en su mejor momento, y del que hay que hacerse una idea de cómo era imaginando bastante, y el magnífico Teatro, muy bien conservado también.


Total que nos hemos salido de la ruta unos cuantos kilómetros, pero Afrodisias ha merecido la pena. Se ve que el Gobierno turco ha trabajado bastante en los últimos años para conservarla lo mejor posible con buenas infraestructuras y buenos trabajos de arqueología. Nos vamos muy contentos, aunque muy cansados.


Continuando nuestro camino y viendo como la noche se acercaba poco a poco, llegamos a nuestro nuevo destino después de haber hecho casi 150 km. La ciudad es: MARMARIS. Ciudad costera sin demasiado encanto, al menos para mí, lleno de turistas ingleses. Todo es por y para ellos, restaurantes, bares, discotecas, los precios en libras esterlinas, algo increíble. Algunos comerciantes incluso se extrañaron al ver por allá a 4 españoles “perdidos”. Fue gracioso.


Día 8. Nos levantamos una hora mas tarde que otros días, desayunamos tranquilamente y comentamos la ruta prevista para ese día. Seguimos cansados de la paliza de ayer, así que en vez de hacernos en coche los 80 km. de la estrecha península de Datça hasta Knidos y volver, hemos decidido hacer un día de transición, es decir, ir directamente hasta la siguiente ciudad, Bodrum, por la costa, disfrutando del paisaje, de los pueblos, de las playas, de las gentes; es decir, un día sin agobios en plan tranquilo.



No hay muchos kilómetros hasta BODRUM, así que tranquilamente, parando en algunos lugares interesantes para hacer alguna foto, llegamos a nuestro destino antes de la hora de comer. Nos costó un poco encontrar el hotel, pero al final lo encontramos. Al abrir la puerta para salir del coche nos dieron ganas de volver a cerrarla y quedarnos dentro ¡Con lo a gusto que estábamos con el aire acondicionado durante el camino! ¡Hacía un calor espantoso! La humedad era inmensa, casi no se podía respirar. Fue el día que más calor sentí de todo el viaje. Me dieron ganas de meterme en la habitación y no salir hasta la noche. Dejamos las maletas en la habitación y, sudando como unos cerdicos, fuimos a comer al centro que estaba muy cerca, comimos y volvimos al hotel a echarnos un buen baño en la piscina, y ahí estuvimos en remojo durante un buen rato. Echamos la siesta un par de horas y, a media tarde cuando el sol ya no cocía huevos en las aceras, decidimos dar una vuelta por el centro. Bodrum, antiguamente Halicarnaso, es donde está una de las 7 Maravillas del Mundo Antiguo, el Mausoleo de Halicarnaso, y del que sólo quedan algunas hileras de piedras en la actualidad ¡una verdadera lástima!. Igual que Marmaris, es un importante puerto histórico de aguas cristalinas, con calles paralelas al mar totalmente turísticas y casas de color blanco. Una de las cosas que mas me llamó la atención es que en las aceras, aparte de las baldosas de toda la vida, había incrustados ojos turcos por todos los lados. La parte antigua era curiosa, todo lleno de tiendas de recuerdos, restaurantes, los más caros con playa privada de piedrecitas y mucha gente caminando. Gente por todos los lados y mucho ambiente. Llegamos hasta el castillo de Bodrum, iluminado al anochecer, y que está en un pequeño saliente de tierra al mar muy curioso y que da al puerto. Cenamos, hicimos algunas compras y tranquilamente volvimos al hotel a dormir.


Día 9. Hoy toca día de ruinas. Tres ciudades visitaremos hoy: DÍDIMA, MILETO y PRIENE, las tres muy cercanas, con mucha importancia en la antigüedad y con importantes restos arqueológicos. Cogímos la carretera a Didima y llegamos sin problemas. Aparcamiento de pago ¡ya empezamos!. DÍDIMA fue un lugar religioso importante de la antigua Jonia. Contenía un gran templo dedicado a Apolo, llamado el Didymaion y es lo único que queda en la actualidad, aunque en ruinas. Muchos creen que este templo data del segundo milenio a.C. Sin embargo, el rastro más antiguo que se ha encontrado del templo data del final del siglo VIII a.C., y la columnata del templo fue construida un siglo después. Durante el periodo Helénico y los años siguientes, el Didymaion fue el segundo Oráculo en importancia, secundando al de Delfos, en Grecia.


La gente venía a recibir oráculos divinos de Apolo a un alto precio. La sacerdotisa usualmente utilizaba palabras ambiguas, que podían ser interpretadas de varias maneras. El pequeño templo interior, llamado Naiskos, albergaba la estatua de Apolo y el manantial sagrado utilizado por el Oráculo. En la época romana el templo de Apolo en Dídima fue conocido especialmente por sus 122 enormes columnas, de estilo jónico; actualmente la mayoría de ellas están en ruinas, pero hay tres que todavía están en pie.


Aunque en Didima sólo quedan las ruinas de este templo, os recomiendo acercaros hasta aquí si vais a visitar Mileto y Priene, que están muy cerca. El hecho de imaginar simplemente este templo en su etapa de máximo esplendor oracular, con esas columnas enormemente altas, el patio interior sin techo, las escalinatas hasta la sala de la sacerdotisa, el templete del centro con la estatua del dios, etc. es algo sorprendente. Desprende un “algo” especial entrar en el interior y dejar la mente soñar. No olvideis admirar las cabezas de medusa que hay donde la salida como parte de un antiguo capitel, vereis qué realismo en la expresividad esculpida en piedra.


Cerca de Dídima, como a unos 15 km. se encuentra una de las ciudades más célebres de la antigüedad, MILETO. Dejamos el coche como a 500 m. más o menos y llegamos caminando. Varias tiendas de recuerdos, pero ninguna taquilla, así que como nadie nos dijo lo contrario, entramos a las ruinas sin ningún problema. En Mileto nacieron los célebres Tales (matemático y astrónomo) y algunos de los más destacados filósofos de la escuela jónica como Anaxímenes y Anaximandro. Bueno, lo primero hay que saber imaginarse una ciudad portuaria pues el conjunto de ruinas hoy en día no está cerca del mar, pero en su tiempo, Mileto estaba en la orilla del mar, de ahí que tenga dos puertos.


En Mileto se puede disfrutar del Teatro, de las Termas de Faustina, de los Almacenes de Trigo, la Puerta del Ágora, la Cámara del Concejo, el Gimnasio, el Monumento del Puerto y su entrada, la Puerta de los Leones y el Santuario Delfineo. Además existe un pequeño museo con restos encontrados por todo el yacimiento. Mileto, una de las ciudades más antiguas de la historia, pierde sus orígenes en el tiempo. Se sabe que ya existía en el siglo XVI a.C., en plena Edad de Bronce. Estabrón y las cerámicas micénicas encontradas en las excavaciones confirman la teoría de que ésta fue una de las ciudades de los Pueblos del Mar. Sin embargo, Homero contradice esta hipótesis al afirmar que los fundadores de la ciudad fueron los carios. Fue tras la gran inmigración jónica cuando Mileto adquirió su importancia comercial y cultural, gracias a las relaciones que mantenían con otros pueblos del Mar Egeo.


Saqueada durante la invasión persa debido a las sublevaciones jónicas, Mileto fue reconstruida en el siglo V a.C. Es entonces cuando comienza la edad de oro de la ciudad, que se extendería a la época romana. El fin de Mileto llegó a la vez que el fin de Éfeso y Priene, con los aluviones del río en época bizantina. El Teatro de Mileto es una de las más magníficas construcciones que se ven justo en cuanto entras en la ciudad. Está ahí delante majestuoso, con una pequeña fortaleza otomana encima que lo estropea un poco, y conserva el palco imperial y las galerías subterráneas. 15.000 asientos forman sus gradas. Impresiona su grado de conservación, sobre todo teniendo en cuenta que fue construido en el siglo II d.C. No perdais la oportunidad de conocer Mileto.


En la llanura del río Meandros donde se extiende el conocido durante la Antigüedad, Golfo de Latmos, se encuentra uno de los parques arqueológicos más importantes de Turquía: PRIENE. Está magníficamente situada entre la llanura del Meandro y la ladera sureste del monte Micala, uno de cuyos extraños picos rocosos se eleva por encima de la ciudad antigua ofreciéndonos una visión casi amenazante. La antigua ciudad sigue el esquema del célebre arquitecto mileno Hipódamos. La bella Priene fue abandonada tras la epidemia palúdica y las dificultades en el transporte debido a los aluviones del río, allá por el siglo XII. Las empinadas calles de Priene están protegidas por una fuerte muralla.


A lo largo del yacimiento puede verse el Anfiteatro y el Templo de Atenea. El pequeño teatro tiene todas las características de un teatro helenístico aunque es muy probable que fuese reformado durante la época romana. Aún podemos ver los asientos de los señores reservados en la primera fila que, por cierto, sentarnos unos segundos para sacarnos unas fotos fue un verdadero tormento de cómo quemaban por el sol. Tras las ruinas de una pequeña iglesia bizantina, se accede al Templo de Atenea.


Esta bella construcción es uno de los mejores ejemplos del arte de uno de los mejores arquitectos de la antigüedad, Piteos, constructor del Mausoleo de Halicarnaso en Bodrum. Después de la visita al Templo, hay que pararse ante el Pórtico Sagrado, el Ágora con los restos de las casas alineadas a ambos lados de la calle que bajaba hacia el puerto. El Pritaneo o ayuntamiento y el Buleiterio o cámara de concejo, todavía son apreciables. En éste último todavía se mantiene en pie el Púlpito del Orador.


El Templo de Zeus, de estilo dórico, el Templo de Deméter y los gimnasios, completan la visita a Priene. Al igual que Mileto, Priene también perdió su puerto al mar, situándose en la actualidad a casi ocho kilómetros del mar. Su gran puerto era un gran centro de comercio del imperio griego y también en la época romana. La ciudad está muy bien conservada. Acercaos a las casas de los nobles y vereis cómo son, en la calle que baja al puerto. Y la vista de la montaña cortada cayendo hacia la ciudad es impresionante. Es una pena que el templo de Atenea esté tan hecho polvo con todos los gajos de las columnas desperdigados por el suelo alrededor de la base, pero aun y eso podemos imaginar cuan grande y majestuoso debía ser. Merece mucho la pena detenerse en esta ciudad sobre todo si tenemos en cuenta que en aquel entonces el mar llegaba hasta la misma ciudad. Algo muy curioso.


Terminada la visita de Priene, sontinuamos el camino hasta nuestro destino hoy, KUSADASI. Llegada al hotel a la hora de comer y ¡vaya hotel! Muy familiar y con mucho mucho encanto. Se asemeja a un monasterio o algo así con patios en el centro, uno ajardinado, otro con piscina y otro con pufs, sillas, mesas, etc. Llegamos a la hora del té (Çay) y ayudándonos de un bizcocho de chocolate que también nos tiene preparado la familia que lo lleva, nos sentamos tranquilamente a saborearlo con una familia, creemos que holandeses. Después de comer en la ciudad, regresamos a descansar un poco, darnos un merecido baño en la piscina con una pareja de italianos bastante desagradables que hablaban de nosotros. Y después de cenar y de una pequeña vuelta por el puerto viendo el anochecer, regresamos al hotel, y echamos una partida de cartas a “El Mentiroso” con una buenísima cerveza Efes ¡Qué momento inolvidable, qué risas! Y a dormir.



Día 10. Hoy nos levantamos temprano, como todos los días. Es un día importante, vamos a visitar la antigua ciudad de Éfeso. Desayunamos tranquilamente y sin prisa pero sin pausa, nos monamos en el coche. Si existe un gigantesco museo al aire libre, ese es ÉFESO. Está considerado una de las zonas arqueológicas más grandes del mundo y no es para menos, dada la gran cantidad de obras antiguas exhibidas en su lugar original. Por ejemplo, todavía puede apreciarse fácilmente la célebre urbanización de uno de los grandes arquitectos de la historia, Hipódamos. La antigua ciudad de Éfeso se extiende en el valle situado entre los montes de Bülbül y Panayır. Éfeso fue excavada durante la última época del Imperio Otomano, en el siglo XIX por arqueólogos ingleses. Muchas de las figuras de la ciudad, así como otros objetos de indudable valor arqueológico, se encuentran hoy en el Museo Británico ¡qué raro! Los carios fueron los primeros en poblar estas tierras en el segundo milenio a.C. pero la primera ciudad no fue fundada hasta el siglo XI a.C. de la mano de los jonios. Con la invasión persa del siglo VI a.C., Éfeso se rindió al dominio de la dinastía Aqueménida. A pesar de los intentos de sublevación, este dominio continuaría hasta la llegada de Alejandro Magno. Con la muerte del gran conquistador, Éfeso pasó a manos del general Lisímaco. Poco después la ciudad fue trasladada al valle situado entre los montes de Coressos (actual Bülbül) y Pión (el actual Panayır). La época dorada de la ciudad llegaría con los romanos. Éfeso se convirtió en uno de los grandes centros culturales y económicos del Antiguo Occidente. Fue la época de construcción de algunas de sus más gloriosas edificaciones, como el Templo de Artemisa, considerado una de las siete maravillas del mundo. La gloria de Éfeso no sólo no disminuyó con la época cristiana, sino que aumentó. A Éfeso acudió San Pablo en varias ocasiones para conseguir combatir el culto a la Diosa Artemisa. Poco después, una de las Siete Iglesias del Apocalipsis, fue construida aquí. San Juan Evangelista eligió esta ciudad para escribir su Evangelio, mientras que, como había prometido a Jesús, cuidaba de la Virgen María quien vivió aquí hasta su muerte. La decadencia de Éfeso llegó con los godos a principios del siglo III d.C., tras sufrir un tremendo saqueo. A pesar de ello, el Concilio Ecuménico de la mitad del siglo V tuvo lugar aquí, en Éfeso. Después, la ciudad tuvo que sufrir los aluviones del río Caistro y las epidemias de paludismo.


Aunque nosotros empezamos la visita al revés, se accede a las ruinas por Puerta de Magnesia construida en el siglo I d.C. por el emperador romano Vespesiano, y es la entrada principal al Parque Arqueológico. Está situada en las Murallas de Lisímaco, levantadas en el siglo III a.C. Mas adelante están las termas de Vario situadas muy cerca de la Puerta de Magnesia, todavía hoy se mantienen en pie las paredes y las bóvedas de los baños romanos.


Sin embargo, lo que más llama la atención son los restos del extraordinario sistema de cañerías con los conductos de agua hechos de barro cocido. El Ágora del estado, también conocido como "Ágora Superior", es una amplia plaza rodeada por los restos de varios edificios civiles. Está situada muy cerca de las Termas de Vario. Un camino parte de aquí con destino al Odeón, está flanqueado por esbeltas columnas jónicas y corintias. El Odeón, construido en el siglo II d.C., tiene la forma de un pequeño anfiteatro. Su función era acoger las reuniones de los administradores y senadores de la ciudad. Está formado por más de mil cuatrocientos asientos, repartidos entre veintitrés gradas lo que demuestra que se utilizaba también para todo tipo de espectáculos culturales. El Odeón debió ser uno de los más bellos edificios de Éfeso, como demuestran los pies de grifos que adornan cada uno de sus escalones.


El Pritaneo era el ayuntamiento de Éfeso, construido en el siglo III a.C. aunque no se terminó hasta época de Augusto y se restauró en el siglo III d.C. Todavía hoy pueden apreciarse las altas columnas, dedicadas a Artemisa, la gran diosa protectora. Las columnas forman el hogar sagrado del Pritaneo, donde ardía el fuego sagrado alimentado por los sacerdotes o curetes. La sala donde se reunían los senadores y las dos estatuas de Artemisa Polimastros (es decir, con múltiples senos) son dos de sus grandes atractivos. Sin embargo, el Pritaneo todavía sigue siendo excavado y muchos de sus restos pueden contemplarse ya, en el Museo de Selçuk. Tras pasar el Odeón y el Pritaneo por el camino que comienza en el Ágora Superior, aparecen los restos del alcantarillado principal de la ciudad. En su época, estas alcantarillas debían cruzar toda la ciudad hasta llegar al mar. De aquí llegamos a la Vía de los Curetes.


La Vía de los Curetes era una de las arterias principales de la ciudad. Los curetes eran los sacerdotes encargados de llevar leña al fuego sagrado del Pritaneo. Su nombre hace pensar que eran descendientes de los antiguos cretenses. Tras las columnas con los capiteles de Hermes y Caduceo (formado por una varilla rodeada de una culebra, símbolo de la Medicina) se llega a la Plaza de Domiciano. Tras pasarla, se llega a la espectacular fuente construida en tiempos de Trajano.


A ambos lados de la calle están las Casas de la Ladera, los Baños Escolastiquia, el Templo de Adriano y las Letrinas, muy curiosas por cierto. Es extraño verlas todas seguidas sin separación entre ellas, al parecer era lo mas normal cagar en sociedad, hablando y sonriendo, entre pedo y pedo (...)


Al final de la Vía de los Curetes aparece un monumento funerario octogonal y una fuente monumental de época bizantina. La calle acaba en una pequeña plaza donde están la Puerta de Adriano y la Biblioteca de Celso junto a la puerta monumental de Ágora Inferior, la Stoa de Nerón y la Casa del Amor, haciendo esquina con la Vía de Mármol. En la Plaza de Domiciano se encuentran algunos monumentos como el Templo de Domiciano y la Fuente de Polio, junto a otros edificios que están siendo restaurados. Tras la Puerta de Heracles, la Vía de los Curetes continúa. Para entrar en las Casas de la Ladera hay que pagar una entrada a parte. Éste fue, sin duda, el barrio más rico de la ciudad. Tras las excavaciones y restauraciones, dos de las más lujosas casas han quedado al descubierto. En ambas se pueden observar los increíbles paneles de mosaicos además de ser un ejemplo de la estructura familiar y las formas de vida de la época. Los Baños de Escolastiquia fueron construidos durante el siglo I a.C. aunque debieron ser restaurados con posterioridad. En ellos todavía se conservan las cuatro salas que constituían el baño romano: el Apodiatario o guardarropa, el Frigidario (una piscina de agua fría), el Tepidario (una piscina de agua tibia) y el Caldario (sala donde se sudaba).


El pequeño Templo de Adriano construido en estilo corintio, es una maravilla arquitectónica levantada en el siglo II. Su decoración y los relieves exteriores le dan una belleza singular. Las réplicas de estos relieves (los originales están en el Museo de Selçuk), representan la historia mitológica de la fundación de Éfeso y las hazañas de Androcles, el fundador de la ciudad. Uno de los edificios que más llama la atención de toda la ciudad de Éfeso es la Biblioteca de Celso con su magnífica fachada.


Situada en el cruce de la Vía de los Curetes y la vía de Mármol, es un suntuoso edificio construido a principios del siglo II d.C. por un cónsul romano en memoria de su padre. La Biblioteca presenta un increíble estado de conservación gracias a las restauraciones y el material encontrado en las distintas excavaciones. Pasa por debajo de la fachada después de haberla observado detenidamente y entra en el interior, e imagínala llena de libros (papiros enrollados supongo o tablillas de cera) por todos los lados. Simplemente impresionante. El Ágora Inferior está al lado de la Biblioteca de Celso. Este espacio mide más de cien metros de largo por cien de ancho y está rodeado de columnas a través de las cuales pueden verse las tiendas. Es uno de los más grandes espacios públicos de la ciudad. Situado Al final de la Vía de Mármol se sitúa el Antiguo Teatro.


Es el anfiteatro más grande del mundo, con una capacidad para más de 30.000 espectadores. La primitiva construcción data del siglo III a.C. aunque no alcanzó su forma definitiva hasta el siglo II d.C. Este extenso periodo de construcción explica porqué las gradas, apoyadas en la faldas del monte de Pión, son helenísticas mientras que las entradas abovedadas son típicas de los romanos. San Pablo predicó muchas veces contra los cultos romanos en este anfiteatro que hoy se utiliza para el gran Festival de Éfeso. La Vía de Arcadino, también conocida como Vía del Puerto, tomó su forma definitiva durante la época del emperador Arcadio. Flanqueada por bellas columnas, pedestales de estatuas perdidas y las entradas de las tiendas, comienza en las ruinas del Gimnasio del Teatro. Aquí está la antigua Bolsa de Cereales. Llevaba hasta la orilla del mar, hoy a mas de 10 km.

Existe también en Éfeso una Iglesia muy importante consagrada a la Virgen María. Al parecer San Juan se trajo hasta aquí a la Virgen una vez que Jesucristo había muerto. La antigua Bolsa de Cereales se convirtió, en el siglo IV, en la primera iglesia dedicada a la Virgen María, cuando el Cristianismo fue adoptado como religión oficial del Estado. Es uno de los templos históricos más importantes del cristianismo, pues aquí se reunió el Concilio Ecuménico en el año 431.
En Selçuk, la ciudad donde se encuentran las ruinas de Éfeso podemos visitar lo que queda del Templo de Artemisa. Está considerado como una de las siete maravillas del mundo antiguo. Durante un periodo de más de mil años fue uno de los principales centros religiosos, políticos y económicos de Éfeso. Hoy, sólo puede verse una de las columnas de la antaño magnífica construcción. Una verdadera pena. También podemos visitar una hermosa iglesia, la Basílica de San Juan, donde se supone que fue enterrado el apóstol después de su martirio. Nosotros no visitamos ninguno de estos dos sitios.

También en los alrededores, tras haber visitado la Cueva de los Siete Durmientes (no merece la pena, no tiene ningún interés), a unos 9 km. de Éfeso monte arriba, exactamente en el Monte Bülbül, está situada La Casa de la Virgen María, a la que ya he dediqué una entrada completa hace unos días. Históricamente, como he dicho antes, se sabe que Jesús confió el cuidado de su madre, la Virgen María, a San Juan Evangelista. Éste la trajo a Éfeso.


Durante las excavaciones realizadas a principios del siglo XIX cerca de una de las fuentes sagradas del Monte Pión, fueron descubiertos los restos de los cimientos de una antigua casa, con pedazos de carbón en su hogar. La casa está situada en el mismo sitio donde cada año los cristianos celebraban las fiestas de la Virgen. Las pruebas del carbono 14 confirmaron la hipótesis de que la Virgen había vivido en este lugar pues dataron los restos en el siglo I d.C. Hoy, sobre la Casa de la Virgen, hay una iglesia, muy venerada por los cristianos y otras religiones. En 1896 la Iglesia Católica decretó oficialmente que la casa era un monumento para los cristianos. Visitada por varios millares de peregrinos todos los años, el papa Pablo VI, se trasladó hasta el lugar, para confirmar su autenticidad, el 26 de julio de 1967. Todos los años se conmemora los 15 de agosto, la fiesta de la Asunción de María. El papa Juan Pablo II se desplazó hasta este lugar el 29 de noviembre de 1979. El pontífice actual, Benedicto XVI también visitó la Casa de la Virgen, el 29 de noviembre de 2006.


Después de la visita a Éfeso, comimos en Selçuk, a 3 km. tranquilamente y continuamos el camino hacia IZMIR, la antigua Esmirna, a unos 80 km., último de nuestros destinos antes de volver a Estambul. El hotel, está bastante bien. Una buena siesta y después a media tarde, vuelta por la ciudad, la tercera mas grande de Turquía después de Estambul y Ankara. Paseo por la orilla del mar, por los parques y, como siempre, mucha gente, mucho ambiente, pero desde luego no es la ciudad que mas nos está gustando. Regresamos al hotel y a dormir.



Día 11. Después de desayunar y dar una vuelta por las cercanías del hotel para hacer las últimas compras, llegó la hora de irnos al aeropuerto a dejar el coche. Teníamos un poco de miedo de no encontrar el lugar exacto donde debíamos hacerlo, pero no hubo problema, todo estaba bien señalizado “Rent a car parking”. Eso después de haberme saltado la salida hacia el aeropuerto ¡qué corto! El de la compañía de alquiler, entró dentro, miró los km. y nos dijo que todo estaba bien. Nos dirigimos a la Terminal de vuelos domésticos para coger el vuelo a Estambul y de ahí enlazar con Madrid. El vuelo interno salió a la hora. Llegamos a Estambul, teníamos que esperar unas dos horas para coger el enlace del de Madrid, pero ya aparecía en los paneles como que iba con retraso, una hora al menos. Así que a vueltas por el aeropuerto Ataturk. Finalmente despegamos, llegando a Madrid con una hora y pico de retraso. Y a toda velocidad cambiamos de Terminal y fuimos directamente a la puerta de salida para coger el enlace y ¡cómo no! También llevaba un retraso de una hora y cuarto. Paciencia, ya es lo último y estamos en casa. Salió a medianoche y llegamos a la 01:00h. Ya estamos en casa ¡Qué aventura y qué bien lo hemos pasado!



2 comentarios:

  1. Muchas gracias!!! Esto nos servirá de memoria histórica cuando los recuerdos se hagan confusos y un día nos preguntemos no fuimos antes a tal o cual sitio, etc... Ahora a elegir alguna foto para hacer una ampliación!

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  2. Justo en esta región durante el siglo VI a.C. nació la ciencia según el famoso científico y profesor Carl Sagan, vean Cosmos.

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